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Generación iconoclasta

El 9 de noviembre de 1989 cae el muro de Berlín, este hecho histórico además de marcar el fin de la guerra fría entre capitalistas (Estados Unidos de América) y comunistas (Unión de Repúblicas Soviéticas), dio inicio a una era en donde las ideologías políticas ya no importaban tanto y pasamos a una era en donde lo único importante para el individuo son sus derechos fundamentales y bienestar económico, es decir, el individualismo.



Aquí, en este punto, doy inicio a lo que he denominado la Generación Iconoclasta. Para explicar en qué consiste la teoría que comparto con ustedes, primero defino el concepto iconoclasta y las características que definen a una generación.


La palabra iconoclasta, según la definición del diccionario de la Real Academia Española, RAE, hace referencia al individuo que niega y rechaza la autoridad del estado como maestros, normas y modelos. Iconoclasta se le llamaba también, a los seguidores de una corriente del siglo VIII, quienes negaban el culto a las imágenes sagradas, las destruía y perseguía a quienes las veneraban.


En buen español y actualizando la definición al contexto actual, el iconoclasta no es más que el individuo que no cree en ningún tipo de simbolismo y su afán es destruirlos y a quienes creen en esto.

Podemos mencionar dos personajes históricos, que bien no fueron iconoclasta, mas si transformaron el significado de símbolos, que al final fueron utilizados para identificar sus ideologías. Uno de los primeros en registrar el cambio de significado de un símbolo fue Jesús. La cruz, símbolo universal de los cristianos, en sus principios simbolizaban la deshonra máxima a un ser humano, porque solo los asesinos, ladrones y quienes se oponían al Imperio Romano eran crucificados. Jesús al momento de ser crucificado, le da otro sentido al simbolismo de la cruz y lo convierte en el símbolo universal de quienes creen en sus enseñanzas. Es bueno destacar que Jesús, al cambiar el significado paradigmático de la cruz, logra reconstruir la imagen de un símbolo negativo a un símbolo positivo, una de las hazañas más difíciles de lograr en la construcción de una imagen en el mundo publicitario y de comunicación. Todo lo contrario a lo que hizo Hitler, en el que se basará mi próximo ejemplo.


Adolfo Hitler, en el diseño de la bandera Nazi, escogió una esvástica, la cual tiene sus orígenes unos 5 mil años antes de que el tirano aleman pensara en utilizarla. La palabra esvástica proviene del sánscrito svastika, lengua que se habló en el siglo III a.C., en la India, significa buena fortuna o bienestar. Hoy en día es utilizada en templos hinduistas, budismo, el jainismo y el odinismo, siendo un símbolo sagrado para estas religiones.


Dejando claro el concepto de iconoclasta, considero importante señalar qué conjunto de características hacen una generación. Una generación no es más que un colectivo de personas nacidas en un periodo de tiempo, las cuales desarrollan características culturales similares entre individuos que los diferencian de otro grupo social en un periodo de tiempo distinto.


Ya impartida la clase de sociología e historia, me concentraré en explicarle el por qué a este grupo de individuos que cohabitan en nuestras sociedades, los denomino como la generación iconoclasta.


La generación iconoclasta es esta que identifica a individuos que en su mayoría nacieron a mediados de la década de los 80 y se dedican a destruir imágenes y símbolos ya preestablecidos culturalmente. Estos símbolos a destruir o desconfigurar pueden venir de cualquier área social, estos individuos no discriminan nada. La destrucción o desconfiguración de símbolos por parte de estos individuos descansa en las siguientes razones según lo observado:


  • Razón de igualdad de derechos civiles. Según la generación iconoclasta destruye símbolos basados en la teoría de que todo lo construido anteriormente fue diseñado con el objetivo de suprimir a las personas de color, homosexuales y las mujeres.


  • No creen en los sistemas políticos. Aquí los iconoclastas del siglo XXI justifican la desconstrucción de los símbolos de poder y políticos basados en que las minorías son aplastadas por las mayorías y justifican su imposición mediante protestas comúnmente violentas.


En ambos casos estos individuos rezan por la igualdad entre nosotros lo que es una total desfachatez. No todos los seres humanos podemos ser iguales por la simple razón de que cada individuo de la especie tiene libre albedrío, siempre y cuando no transgreda las normas sociales y culturales de su entorno.


En el único escenario en donde se puede exigir igualdad es en el trato ante la ley. Sin embargo, lamentablemente, esta igualdad no puede ser absoluta porque a quienes le toque aplicar la ley, antes de hacerlo tomarán múltiples factores en cuenta lo que hace diferente cada caso.


Mis queridos amigos, lo que quiero señalar es que la vida en sí es injustamente perfecta y dicha imperfección es la que nos da las razones necesarias para vivir, porque una vida sin problemas no es más que un camino sin destino.

Lo peor del caso es que estas personas iconoclastas se encuentran en posiciones de influencia en los diferentes medios de comunicación y traen al debate vanidades tales como: ¿por qué Superman no es gay? ¿Por qué Wonder Woman no es de piel negra? ¿Por qué Tanos no es mujer? ¿El derrumbe de estatuas de Colón? ¿El hombre nunca fue a la luna? ¿La vacuna contra el COVID-19 es un fraude?...


Cuando escucho esos debates me pregunto en dónde quedo la creatividad. Si la comunidad LGTBQ+ necesita un superhéroe, por qué no construyen desde cero su propio héroe que represente sus valores y dejemos a Superman tranquilo. Este es uno de los tantos ejemplos que puedo citar.



Quiero aclarar que no me opongo a la igualdad de los individuos ante la ley, ni a la creación de nuevos símbolos culturales de grupos sociales que en el pasado por un motivo u otro fueron relegados. El deconstruir los símbolos existentes por la razón que fuese, lo único que logra es una invitación de primera fila a la anarquía.

En la sociología reza una máxima que cita “...institución o sociedad que no se adapta a los cambios de paradigmas culturales tiende a desaparecer”.

No es lo mismo que un símbolo cultural pierda su vigencia por perder su posicionamiento en la mente del individuo, que deconstruir símbolos ya existentes por la simple razón de que estos no representan los valores de X o Y individuo.


El objetivo de este artículo es invitarle a que no nos sumemos, a esta ola de seudo revolucionarios sociales que solo expresan su inconformidad consigo mismos. Invito a que seamos más creativos y concibamos ideas nuevas que sí nos represente y mantengamos los valores culturales que nos hacen ejemplo de sociedad.


Criticar es el ejercicio más fácil de hacer, el ejercicio de pensar, innovar y crear son las actividades con mayor dificultad, pero que más satisfacción da.

¿Te consideras parte de la generación iconoclasta del siglo XXI? Me gustaría conocer sus opiniones sobre este fenómeno sociocultural. Les invito a dejar sus opiniones en la casilla de comentarios.


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