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Una historia de Navidad

Mi hija más pequeña Abril, hace unos meses me confesó que era de su conocimiento que Papá Noel no existía. Ella me contaba que su primo Diego le había dicho que el gordo barbudo de traje rojo era mentira y quienes ponían los regalos debajo del árbol de navidad éramos nosotros, sus padres. Ante la confesión de mi ahijado, ella le pregunta a su hermana Maureen, confirmando la veracidad de la información.


Este acontecimiento no me sorprendió por varios motivos. Uno de estos es la edad, y el segundo es el nivel de lógica que aplica Abril a sus análisis desde hace varios años. Les comento que la pequeña de la casa, cuando apenas tenía 4 años, en una ocasión pasando por el frente de una juguetería muy famosa en Santo Domingo, expresó lo siguiente: “Papi, yo se que Santa le da el dinero a los padres para que compren los juguetes, porque a él no le da el tiempo de repartir regalos en el mundo entero”.


Ese día no solo me explicó cómo se enteró de que Papá Noel no existe. Me hizo la pregunta más lógica que podría hacer, ¿de dónde surge Papá Noel?


Hoy no les escribo sobre el día en que Abril comienza a abandonar la época de inocencia y fantasía y adentrarse en las realidades sociales y culturales de nuestro diario vivir, para nada... Hoy les cuento sobre cómo surge la versión moderna de Papá Noel o San Nicolás.


El primer punto en aclarar es que Papá Noel sí existió, o por lo menos la persona que da origen al mito de San Nicolás. Este personaje tiene su origen en Turquía, San Nicolás de Bari o San Nicolás de Mira, por la ciudad en donde fue obispo.


Nicolas era hijo de una familia muy adinerada y al morir sus padres repartió toda su fortuna entre los pobres y se fue a vivir a Mira (Anatolia), actualmente Turquía, donde fue consagrado obispo de una forma muy curiosa. Según la leyenda, varios sacerdotes y obispos se encontraban discutiendo sobre quién sería el futuro obispo, pues el anterior había fallecido. Al no ponerse de acuerdo, se decidió que el próximo obispo sería el que entrase en el templo, que casualmente fue Nicolás de Bari.


San Nicolás de Bari murió el 6 de diciembre del año 343 en Mira, sus restos descansan en la ciudad portuaria italiana de Bari, allí fueron a dar después de que fuera trasladado de Turquía, tras la conquista musulmana.


Su mítica fama de repartidor de obsequios se basa en una historia, que cuenta que un empobrecido hombre padre de tres hijas no podía casarlas por no tener la dote (conjunto de bienes y derechos aportados por la mujer al matrimonio, que tiene como finalidad atender al levantamiento de las cargas comunes y que le deberá ser devuelto una vez disuelto aquel).


Al carecer las muchachas de la dote, parecían condenadas a ser "solteronas". Nicolás, enterado de esto, le entregó, al obtener la edad de casarse, una bolsa llena de monedas de oro a cada una de ellas. Todo esto fue hecho en secreto por el sacerdote, quien entraba por una ventana y ponía la bolsa de oro dentro de los calcetines de las niñas, que colgaban sobre la chimenea para secarlos.


Pero esto solo explica el origen de la leyenda de Papá Noel. ¿De dónde sale el traje rojo y su barba blanca? Bueno se cree que el paso de la imagen de San Nicolás a la de Santa Claus sucedió alrededor del año 1624. Cuando los holandeses inmigrantes fundaron la ciudad de Nueva Ámsterdam, actualmente Nueva York, obviamente llevaron con ellos sus costumbres y mitos, entre ellos el de Sinterklaas (fiesta de su patrono, cuya festividad se celebra en Holanda entre el 5 y el 6 de diciembre).


En 1863 gracias al dibujante alemán Thomas Nast, quien diseñó este personaje para sus tiras navideñas en Harper's Weekly. Thomas es el responsable de darle apariencia física al gordo barbudo cachetón y la vestimenta con la que se conoce actualmente.


En 1931, Coca Cola Company, encargó al pintor Haddon Sundblom que remodelara la figura de Santa Claus o Papá Noel para hacerlo más humano y creíble. Esta campaña realizada por la marca de refresco popularizó la leyenda y el personaje y contribuyó de manera directa a la versión que conocemos del repartidor de juguetes del Polo Norte.


Es bueno señalar que es un mito urbano, que los colores rojo y blanco de Papá Noel se deban a la marca de refresco de Coca Cola, ya que existen dibujos como los de Thomas Nast de 1863, aunque no se discute el nivel de influencia del refresco de cola.


Una vez más el diseño y el marketing hacen su magia para, a través de la comunicación publicitaria, crear leyendas que sin importar sus creencias personales como individuo, dibuja una sonrisa en cada niño que abre un regalo el día de Navidad.


Recuerden que el día que uno de sus hijos, sobrinos o niño cualquiera le diga que Santa no existe, cuéntele esta historia y alimente la ilusión de ese futuro hombre o mujer, ya que la ilusión es el alimento ideal para hacer crecer la creatividad dentro de cada uno de nosotros.

Este 2020 ha demostrado que ahora más que nunca necesitamos niños creativos que sean capaces de desarrollarse en todas las áreas, con el fin de construir un mejor futuro de paz y felicidad para la humanidad.


¡Feliz navidad y próspero año nuevo! son mis más sinceros deseos para todos.

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